En nuestro planeta vivimos
aproximadamente 7000 millones de personas, y hablamos unas 6000 lenguas. Un
cálculo rápido nos dirá que la media sale a algo más de un millón de hablantes
por cada lengua. Pero los números sólo son números, y la realidad es mucho más
compleja: tenemos lenguas como el chino mandarín, hablado por más de 800
millones de personas, o el español, que tiene más de 550 millones de hablantes
(si contamos también a los que la han estudiado); y tenemos otras habladas por
apenas un puñado de gente. Las razones de esta desigualdad son profundas, y es
difícil explicar por qué ocurre esto, pero hay que entender que las lenguas son
organismos vivos: nacen, se desarrollan y, a veces, mueren. Además, no debemos
olvidar que los seres humanos influimos en ellas: las leyes, las guerras y las
ideas les afectan, y eso provoca que unas prevalezcan sobre otras.
Pero este artículo no va por ahí.
Vamos a dar a conocer algunas lenguas minoritarias. Muy minoritarias. La leche
de minoritarias. Porque, para que os hagáis una idea, una lengua que podríamos
considerar poco extendida, por ejemplo, el gallego, es hablada por más de 2
millones de personas. Pero esto es una multitud comparado con los idiomas que
vamos a estudiar en este artículo. ¿Cómo te sentirías si fueses el único
hablante de tu lengua? Pues, aunque parezca increíble, es real. Y para
descubrirlo, tenemos que hacer un viaje alrededor del mundo. Ale.
¿Seguro que por aquí se va al centro comercial? (Fuente).