miércoles, 20 de enero de 2016

Góngora vs Quevedo, el derby

El siglo XVII es conocido en España como el Siglo de Oro. Desde luego, en literatura, no ha habido en nuestro país un siglo ni siquiera comparable. Oído al parche: Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca, Tirso de Molina o Juan Ruiz de Alarcón. Esta constelación de estrellas, este Dream Team de la pluma se concentró en un periodo que abarca, aproximadamente, desde 1580 hasta 1680. La poesía, la narrativa y el teatro alcanzaron su máxima expresión.

Sin embargo, todos estos autores no eran precisamente una pandilla de amiguetes. Las envidias, los éxitos y los fracasos hicieron mella en sus relaciones personales. El caso de Góngora y Quevedo es, sin duda, el mejor ejemplo. A todos nos han contado que se odiaban a muerte, que dedicaban interminables horas a escribir versos y más versos para insultarse y humillarse el uno al otro. Pues, ¿queréis saber un secreto? No fue para tanto.

El narizón contra el cuatro ojos

Sí, no fue para tanto. La rivalidad existió, pero recientes estudios parecen demostrar que no hubo una relación tan profunda, y que la famosa enemistad fue bastante menos importante de lo que creíamos. ¿Los motivos? Bueno, ambos escribieron cientos de poemas y otras obras, de los cuales apenas un puñado se podrían interpretar como ataques al otro. Además, y más importante: Góngora era casi veinte años mayor que Quevedo. Cuando empezó a publicar, Quevedo era un recién nacido. A pesar de lo que parece, para Góngora, Quevedo nunca fue un verdadero rival, pues no logró su fama hasta después de su muerte (la de Góngora).

El cordobés Luis de Góngora y Argote (1561-1627) fue un auténtico referente durante los casi 50 años que duró su carrera como escritor. Tanto, que su estilo influyó en otros nombres como Lope de Vega y… ¡Quevedo! Sí, es cierto. Quevedo admiraba a Góngora. Al menos literariamente. Tal fue su importancia que al movimiento literario que practicaba, el culteranismo, se le llama también gongorismo. Este tipo de poesía era, como su nombre indica, culta, oscura, enrevesada. Se basaban en los clásicos, pero utilizando figuras retóricas que convertían los poemas en textos hermosos y al mismo tiempo complicados.

Por su parte, el madrileño Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (1580-1645) fue la figura más importante del movimiento llamado conceptismo. En este caso, los poemas iban al concepto, al significado más sencillo, y jugaban a diversificarlo y darle muchos matices. Era una poesía menos culta, más accesible, aunque también menos elaborada. En cualquier caso, ambos eran genios. Según algunos autores, la leyenda acerca de su gran rivalidad se ha creado más al enfrentar ambos estilos literarios que a los propios poetas.
Un lance del siglo XVII, de Francisco Domingo Marqués.

Cuando Quevedo empieza a componer versos, Góngora es ya un poeta cuarentón y respetadísimo. Es difícil de creer que se sintiera amenazado por un jovenzuelo desconocido. Quevedo escribió, de joven, un poema contra la forma de escribir de Góngora. Veamos un fragmento del poema Contra don Luis de Góngora y su poesía:

Éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.
Se ve enseguida que Quevedo no se cortaba cuando hacía falta. Y diréis, ¿no acabas de decir de la rivalidad entre ellos no era para tanto? Sí, pero eso no quiere decir que no ocurriera. La razón, probablemente, fue el afán de Quevedo de alcanzar la fama y el reconocimiento de Góngora, y su desacuerdo con su forma de escribir.

Las firmas de Quevedo y Góngora. (Fuente, Wikipedia).
Góngora, aunque más fino, tampoco se cortaba. En este fragmento acusaba a Quevedo, que había traducido obras del griego, de no entender el idioma, y de paso se reía de sus problemas de vista:
Con cuidado especial vuestros anteojos.
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Ya se ve que, aunque ambos se atacaran, Quevedo era el más agresivo. Seguramente, debido a que era más joven, y tenía más ganas de pelea. Ojo a los siguientes versos. En ellos, don Francisco acusa a don Luis del peor pecado que se le podía imputar a nadie en el siglo XVII. El terrible pecado de ser judío:
Yo te untaré mis obras con tocino
Porque no me las muerdas, Gongorilla,
Perro de los ingenios de Castilla,
Docto en pullas, cual mozo de camino.
“Untaré mis obras con tocino”. Los judíos tienen prohibida la carne de cerdo. No hay mucho más que explicar. En este mismo poema, Quevedo llama a Góngora “perro” y “bufón”. No obstante, según la creencia popular, hay otro rasgo para reconocer a los judíos: la nariz. En las ideas de la época, la nariz grande era una seña de identidad hebrea, y Góngora tenía una gran nariz aguileña. Gracias a eso, Quevedo escribió uno de los poemas más conocidos de toda la literatura española (seguro que te sabes el principio):
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.
Érase un reloj de sol mal encarado,
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca aariba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.


Pero si había que insultar, Góngora tampoco se quedaba atrás. En este conocido fragmento acusa a Quevedo (y, de paso, a Lope de Vega, su otro gran enemigo) de borrachín, llamándole “Quebebo”:
Hoy hacen amistad nueva,
más por Baco que por febo,
don Francisco de Quebebo
y don Félix Lope de Beba.
Esta se la debía, porque Quevedo le había acusado a él de jugador empedernido. El enfrentamiento entre estos dos gigantes no pasó de los versos, nunca se liaron a navajazos en un callejón, aunque sí ocurrió algo más personal: en 1625, Góngora vivía en una casa propiedad de Quevedo. El cordobés pasaba por problemas económicos y no pudo pagar uno de los plazos. ¿Os imagináis que hizo Quevedo? Cual Esperanza Aguirre de la época, ¡desahució a Góngora!
De aquí fue desahuciado Góngora. Si hubiera estado Ada Colau... (fuente).
Hoy en día seguimos con la idea de un odio a muerte y un desprecio que, aunque fue un juego literario, ha marcado la historia. Mirad este fragmento de la película Alatriste (2006), y la reacción de Quevedo, interpretado por Juan Echanove, al ser increpado por seguidores de Góngora:

Viggo Mortensen con acento raro. Lee sobre la peli aquí.

Espero haberos aclarado algo sobre esta legendaria pelea o, al menos, haberos entretenido un ratito. Como decía don Francisco, Las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una.

3 comentarios:

  1. Cuidado que si Aguirre se entera de que la mencionas va a exigirte que le cambies el nombre al artículo y la incluyas!!

    ResponderEliminar
  2. Cuidado que si Aguirre se entera de que la mencionas va a exigirte que le cambies el nombre al artículo y la incluyas!!

    ResponderEliminar
  3. No pasa nada, llamo a los agentes de movilidad...

    ResponderEliminar