martes, 29 de diciembre de 2015

¡Esto está de cine!

El cine se inventó hace poco más de cien años, y desde entonces ha ido adquiriendo cada vez una importancia mayor en nuestras vidas. Se podría pensar que se trata de un simple entretenimiento, pero lo cierto es que su influencia en nuestra sociedad es mayor de lo que parece (pensad en lo que suponen las películas a nivel económico, sin ir más lejos). Culturalmente hablando, el cine ha desplazado al teatro como el espectáculo favorito de las masas y, por supuesto, eso ha influido en nuestra forma de expresarnos.

Cuando algo está bien hecho, decimos que está de cine o de película. Cuando alguien se inventa cosas y se deja llevar demasiado por la imaginación, le llamamos peliculero. Y no sólo eso. ¿Cómo olvidar expresiones tan hermosas y tan españolas como la cagaste Burt Lancaster o no te enrolles Charles Boyer?


Son estos señores. Lee sobre ellos aquí y aquí.

Sin embargo, la influencia del cine en nuestro idioma va más allá de expresiones absurdas con actores de los años 50. Hay palabras que utilizamos de forma más o menos habitual, y que la mayoría de gente no sabe que surgieron de una película. Veamos algunas.

Rebeca

Es el ejemplo más conocido. Una rebeca es, según la RAE, una chaqueta femenina de punto, sin cuello, abrochada por delante, y cuyo primer botón está, por lo general, a la altura de la garganta. Estas chaquetas existen desde hace mucho tiempo, pero la palabra empezó a usarse en España a raíz del éxito de la película Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock. La protagonista de esta película, la actriz Joan Fontaine, lucía esta prenda en el film. La gente empezó a pedir en las tiendas chaquetas “de esas que lleva Rebeca”, con lo que con el tiempo, el nombre empezó a utilizarse para la propia chaqueta. ¿Sabéis qué es lo más curioso? La protagonista de la película no se llama Rebeca.

Su chaqueta es rebeca, ella no. Lee sobre la peli aquí.

Rebeca es un epónimo, es decir, un nombre común obtenido a partir del nombre propio de una persona o un lugar. Y no es la única prenda de ropa que es epónimo. Otros casos similares: un cardigan, chaqueta de punto pero de corte masculino, se llama así por Lord Cardigan, un oficial británico de la Guerra de Crimea. ¿Recordáis las pamelas? Esos sombreros que llevan las infantas en las bodas, que parece que vayan a sintonizar la tele. Se llaman así por la novela Pamela (1740), de Samuel Richardson (que también fue película).

Un ejemplo más español: en 1931 se estrenó una opereta de Pablo Sorozábal, con libreto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso, llamada Katiuska, la mujer rusa. La protagonista llevaba unas botas de media caña que se parecían a las que la gente usaba cuando llovía. Ya os imagináis el resto: las señoras empezaron a pedir en las tiendas botas como las de Katiuska, y el tiempo hizo lo demás. Pero volvamos al cine.

Katiuska, foto promocional de 1932.

Paparazzi

Ay, los periodistas… Pero no, hoy no voy a meterme con ellos. Esta palabra es de origen italiano (¿soy listo, eh?). Pero resulta que no significa “periodista del corazón”, sino que es el nombre de un personaje de la película La dolce vita (1940), de Federico Fellini. Bueno, en realidad el personaje, interpretado por Walter Santesso, se llama Paparazzo. Con el éxito de la película, esta palabra empezó a usarse para nombrar a los periodistas de la prensa rosa (en plural, paparazzi). Fue la versión en plural la que llegó a España, y es usada hoy en día a diario, sobre todo en televisión.

Este señor con tantos vicios es Paparazzo. Lee sobre la peli aquí.

Bocata

¿Verdad que todos creíais que “bocata” era sólo la abreviatura de “bocadillo”? Yo también, hasta que investigué para este artículo. La cosa también va de italianos. Resulta que, a mediados de siglo (el siglo XX, claro) se realizaron en España diversas películas coproducidas entre nuestro país e Italia. La presencia de actores y técnicos italianos dio lugar a bromas, malentendidos… y nuevas palabras. Los trabajadores españoles empezaron a decirles a los italianos cosas como “vámonos a comer un bocata”, italianizando la palabra bocadillo. Se lo inventaron, claro, porque bocadillo en italiano se dice panino. El caso es que el término tuvo éxito, y se convirtió en un neologismo muy usado hoy.

Macho

No es que la palabra macho se inventara en el cine. Por supuesto, ya existía, pero en el español de España, hasta la Guerra Civil, sólo se utilizaba para referirse a los animales. Era en el español de América donde se usaba para referirse a los hombres. Fue gracias al cine, concretamente al cine mexicano, que la palabra se popularizó aquí. Películas como Jalisco nunca pierde (1937) o Allá en el rancho grande (1936) animó a los españoles a decir cosas como: “Macho, cuánto has tardado”.


Allá en el rancho grande, allá donde vivííííííííííííaaaaaa.

Gay

Sí, amigos. Esta palabra se usa gracias al cine. Como sabéis, gay es una palabra inglesa que hemos introducido en el español. Es decir, es un préstamo léxico. La palabra existe en inglés desde hace muchos años, pero siempre había significado simplemente “alegre” o “extrovertido”. Se utilizó en dos películas protagonizadas por Cary Grant. Eran La fiera de mi niña (1938) y La novia era él (1949). En ellas, por exigencias del guion, el actor aparecía vestido de mujer y, al ser preguntado por qué lo hacía, decía que era porque quería ponerse gay of all sudden (alegre de repente).


-Katherine, estás enfadada porque la bata me queda mejor que a ti. Lee sobre la peli aquí.

La palabra empezó a usarse por la propia comunidad homosexual, con el objetivo de añadir algo de humor y de comprensión, en lugar de las numerosas palabras desagradables que todos conocemos para referirse a ese colectivo.

Hay muchas otras palabras y expresiones cinematográficas en nuestra lengua cotidiana. ¿Quién no ha dicho alguna vez siempre nos quedará París, le haré una oferta que no podrá rechazar o a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre? Si queréis saber más sobre el cine en nuestra lengua, no os perdáis el libro Palabra de cine, de José Luis Borau (aquí). Eso es todo por hoy, amigos. ¡Que la Fuerza os acompañe!

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