El español es una lengua latina, es decir, derivada del
latín. Todos lo hemos aprendido en el colegio. Está relacionada íntimamente con
otras lenguas latinas, como el francés, el italiano, el portugués, el catalán e
incluso el rumano. ¿Qué significa esto? Pues que nuestra gramática, especialmente
la sintaxis (la relación entre las
palabras para formar oraciones) se basa principalmente en la del latín, aunque
modificada y evolucionada.
Pero la gramática no es la única
parte importante en una lengua. La gramática está muy bien para los filólogos,
pero lo que las personas de a pie manejamos todos los días son las palabras, lo
que se llama el léxico. Y las
palabras pueden llegar a nosotros desde cualquier parte. Evidentemente, muchas
vienen del latín, o del griego, o del árabe, debido a los ocho siglos que
dominaron la Península. Pero las lenguas están vivas, se relacionan unas con
otras, y a veces, resulta que estamos utilizando palabras provenientes de los
lugares más insospechados.
Fuente: El curiosito
Y es que los mecanismos para que
una lengua reciba una palabra de otra han cambiado mucho. Durante siglos, el
español, con su base de latín, se alimentó de las lenguas de los pueblos que
pasaban por aquí: los visigodos, los árabes. Algunos estuvieron aquí casi de
pasada, como los fenicios, y no dejaron mucha huella (sólo conservamos una
palabra suya, saco, que llegó al
español a través del latín). Pero en los últimos dos o tres siglos, han sido el
inglés y el francés, las lenguas de mayor peso internacional, las que nos han
suministrado más términos nuevos.
Sin embargo, no todas las
palabras son tan aburridas. Si ya resulta chocante darse cuenta de que hablamos
una extraña mezcla de latín, griego, árabe, inglés y francés, las neuronas se
colapsan al darnos cuenta de que, en una conversación normal y corriente,
podemos usar el chino, el japonés, el bantú, el sánscrito o el búlgaro, por
poner algunos ejemplos. Vamos a ver algunos ejemplos, pero ojo, esto sólo es un
extracto, hay muchas más.
Lenguas africanas
Muchas palabras han llegado al
español desde lenguas del África subsahariana, la mayoría a través de los
esclavos africanos que fueron llevados a América, y cuyo lenguaje se mestizó
con el de los indígenas americanos. Palabras como banana o chimpancé provienen
de la lengua congo. Otras salieron
de una lengua llamada quimbundo, que
se habla en Angola. ¿Ejemplos? Alucina, vecina: samba, milonga o, sí, es cierto, tanga.
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También surgió del quimbundo una palabra friki: zombi. Ah, y para los amantes de los
psicotrópicos: cachimba procede del bantú, una familia de lenguas que se
habla en todo el sur de África. La palabra vudú
llegó desde la lengua del reino de Dahomey,
un país que parecía sacado de una novela (tenía un ejército de amazonas), y
algo puramente argentino como el tango
lo cogieron prestado del ibibio, una
lengua indígena del sur de Nigeria.
Lenguas asiáticas
Hablamos chino. Y no, no me
refiero a Ferran Adrià. Los hispanohablantes utilizamos sin saberlo expresiones
que provienen del chino tan comunes
como kétchup, charol o té (es lógico, lo trajimos de allí). No os
lo perdáis: ¿recordáis eso que dicen en las películas cuando brindan? Eso es, chin chin. Pues lo inventaron los
chinos, imitando el sonido de las copas al chocar.
¡Hay goooooooool en Las Gaunas! (Fuente)
¿Habéis oído hablar del sánscrito? Es una antigua lengua de la
India, que hoy apenas se usa allí. Pero nosotros la conservamos viva, en
palabras tan habituales como azúcar, ajedrez o la bonita expresión carambola. De otra lengua de la India,
el hindi (esta sí se usa, es la
cuarta más hablada del mundo) nos ha llegado ponche.
Pero hay más. Desde las altas
cumbre de Nepal, donde se habla nepalés (¿cómo?,
¿no lo sabíais?), sin saber cómo, llegó al español panda. No es extraño, viven por allí. Lo que sí es mucho más
extraño es que el polo (sí, el suéter
que llevan los pijos) coja su nombre del tibetano.
Ah, y por si os lo estáis preguntando, también hablamos japonés. ¿Quién no ha ido al karaoke?
Lenguas europeas
En Europa, aunque estemos tan
cerca, se hablan cientos de lenguas, algunas de ellas tan raras para nosotros
que parecen del otro lado del mundo. Por ejemplo, el ruso, con esas letras que parece que el periódico esté del revés. Pues
también lo hablamos. Palabras como hámster,
morsa o mamut nos vinieron desde
Rusia con amor. Pero aún puede ser todo más extraño. Algo tan moderno y
sofisticado como un robot parecería
americano, o a lo mejor, japonés. ¿Qué me decís si os digo que proviene del checo? O yogur, que no, no viene del griego, sino del turco. Algo tan literario como vampiro
parece llegar, según estudios, del búlgaro
o quizá del serbio.
¿Veis? Parece que esté al reves. (Fuente:aquí)
Podríamos seguir casi hasta el
infinito. El español es así de diverso, e incluso más. Venga, va, ¿queréis las
últimas? Si me lo pedís así… Al loro: kayak
viene del inuit (la lengua de los
esquimales) y kiwi, del maorí (¡de los indígenas de Nueva
Zelanda!).
Amic Antonio, un post molt interessant. Estaré pendent dels següents. Només una petita correcció, si m'ho permets: el país d'on dius que ve "vudú" no és Bahomey sinó Dahomey. Una abraçada!
ResponderEliminarHola! Ja està corregit, ha sigut un error de còpia, en el borrador de l'article estaba ben escrit. Gràcies per la correcció i per llegir-me. Una abraçada.
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