martes, 22 de marzo de 2016

Un misterio de la leche: el manuscrito Voynich

Las ciencias tienen grandes misterios. El universo, en su inmensidad, esconde secretos que quizá nunca podamos descubrir. La historia también está llena de sucesos misteriosos que probablemente nunca podamos desvelar. El estudio de las lenguas, aparentemente, no es tan apasionante, pero de vez en cuando aparece algo tan misterioso, tan indescifrable, que tiene a lingüistas, historiadores y eruditos de muchos ámbitos completamente fascinados.

Y es que la palabra clave es esa: indescifrable. El enigma al que nos enfrentamos es un texto que, hasta el momento, nadie ha sido capaz de leer. Y mira que ha habido lenguas extrañas a lo largo de la historia. Pero, por desgracia, no tenemos una piedra Rosetta que nos ayude en esta ocasión. Hace 500 años que estamos intentando averiguar qué es lo que pone en ese texto, hasta ahora casi sin resultado. Se trata de uno de los mayores misterios de la lingüística. ¿Qué dice el manuscrito Voynich?

Qué bonito todo, ¿eh? (Fuente)

Ya está el sabelotodo hablando como si fuéramos tontos. ¿Qué es el manuscrito Voynich? Se trata de un libro en pergamino hecho con piel de cordero, escrito usando unos símbolos desconocidos. Tiene 246 páginas y mide 15 centímetros de ancho por 22 de alto (un gran misterio en pequeño formato). La mayoría de las páginas contiene ilustraciones igualmente misteriosas, pintadas a color, que parecen representar plantas, astros y mujeres desnudas. En total, el texto tiene unas      40 000 palabras.

La prueba del carbono 14 concluyó que el pergamino fue fabricado entre 1400 y 1450. Sabemos que fue redactado no mucho después, con pluma de ave, y todo por la misma mano. El texto no tiene título, ni nada que indique la fecha o el autor. Las páginas tienen numeración, probablemente añadida posteriormente, en la cual hay vacíos, lo que significa que faltan algunas partes.

Para tener más de 500 años, se conserva muy bien (Fuente)

Desde su creación (no se sabe dónde, la teoría más aceptada es que fue en el norte de Italia), el manuscrito ha pasado por muchas manos. Se conoce que uno de los primeros propietarios fue el emperador Rodolfo II de Bohemia, nieto de Carlos I de España. A su muerte, en 1612, pasó a manos de su médico personal, Jacobus Horcicky de Tepenecz, quien en 1622 se lo habría pasado a Georg Baresch (quien en teoría lo habría tenido entre 1622 y 1665). Algunas teorías dicen que el pergamino es una falsificación creada por Baresch para engañar a su siguiente propietario, el sacerdote Athanasius Kircher, que ya había sufrido estafas de ese tipo.

Todos sus dueños intentaron, sin éxito, descifrarlo. Kircher murió en 1680 y después, no se sabe exactamente cuándo ni cómo, el pergamino llegó a la Biblioteca del Collegio Romano (en Roma, claro), donde permaneció más de 200 años. En 1912 un librero polaco-lituano asentado en Londres lo compró a precio de ganga. Al parecer, los frailes que administraban la biblioteca necesitaban el dinero con urgencia. Este librero se llamaba Wilfrid M. Voynich, y solía hacer este tipo de jugadas (comprar casi regalados libros antiguos a gente que ignoraba su valor, para después revenderlos por cantidades enormes). De él coge su nombre el manuscrito. Voynich lo conservó hasta su muerte, tras la cual lo tuvo su viuda, y después el comerciante de libros Hans Peter Kraus, que en 1969 lo cedió a la Biblioteca Beinecke de Libros Raros, en la Universidad de Yale, donde aún se conserva.

Voynich leyendo un libro de bolsillo. Aprende más sobre él aquí.

¿Y no sabemos absolutamente nada de lo que dice? Bueno, podemos deducir algunas cosas. Sabemos que está dividido en secciones, si hacemos caso a las ilustraciones. Los expertos dicen que son cinco, a saber:

Herbológica: es la sección más larga (casi la mitad del manuscrito, unas 130 páginas). Todas las páginas están ilustradas con una o dos representaciones de plantas. La inmensa mayoría de ellas son desconocidas o, simplemente, es imposible que hayan podido existir nunca. Suponemos que el texto junto a cada ilustración es una descripción de la misma. Pero no todas son desconocidas. Se han identificado algunas. Por ejemplo, la acedera, planta que se come en ensalada.

        

A la izquierda, la acedera de Voynich; a la derecha, la de verdad (Fuentes aquí y aquí). 

Astronómica y cosmológica: encontramos en ella los símbolos del zodiaco, algunos de ellos en hojas desplegables (¡qué adelantos!). También hay soles, estrellas y lo que parecen ser galaxias.

Biológica: Es la parte que tiene el texto más denso y largo. Está ilustrada por muchas mujeres desnudas, bañándose en una especia de bañeras que parecen representar los órganos del cuerpo. Algunas llevan corona (¿son ninfas?).

Farmacéutica: Dibujos con raíces, hojas, etc., y también con frascos de tipo farmacéutico. Cada ilustración tiene su párrafo de texto.

Recetario: En esta sección, cada párrafo viene marcado con un símbolo con forma de estrella. Se ha interpretado que son indicaciones o pasos para fabricar o cocinar algo.

¡Ay, Matías, qué galimatías! (Fuente)

Los expertos llaman al “lenguaje” del manuscrito voynichés. Muchos piensan que no es más que un engaño, argumentando que en todos estos años nunca se ha podido descifrar, y que no son más que símbolos puestos al azar. Sin embargo, el texto cumple la Ley de Zipf. ¿Qué leches es esto? Es una ley que nos dice que, dado un texto cualquiera en una lengua cualquiera, la palabra más repetida aparecerá el doble de veces que la segunda, el triple de veces que la tercera, y así sucesivamente. Esta ley se cumple en todas las lenguas naturales, e incluso en algunas artificiales (como el esperanto, pero no en otras como el élfico o el klingon). Y también se cumple en el texto Voynich. ¿Pudo el desconocido autor haber inventado los símbolos para que cumplieran la Ley de Zipf sin tener sentido? Pues no, porque esta ley no se enunció hasta los años cuarenta del siglo XX.

Sin embargo, los idiomas naturales tienen otras características en las que el voynichés no encaja muy bien. Por ejemplo, la longitud de sus palabras. En cualquier lengua natural, las palabras más abundantes son las que tiene 6, 7 u 8 caracteres, y la cantidad va descendiendo de forma suave hasta llegar a números altos de letras. Pero en el voynichés, la gran mayoría de las palabras tienen 5 o 6 letras, y luego el número desciende de golpe, ya que casi no hay palabras largas. Esto es extraño. 

Aquí se entiende mucho mejor lo que acabo de explicar. (Fuente)

Además, es normal en el manuscrito encontrar palabras repetidas tres o cuatro veces en la misma línea, algo que no ocurre casi nunca en las lenguas conocidas. ¿Podría ser, por lo tanto, una sucesión de símbolos sin sentido?

Existe otra posibilidad. Puede que el texto en sí no signifique nada, pero que al mismo tiempo los símbolos no estén ahí al azar. Algunos han especulado con que el mensaje del códice Voynich esté creado para ser leído con un método de encriptación llamado rejilla de Cardano. Se trata de una tarjeta o tabla con una serie de huecos. Al colocar la tabla sobre el texto sin sentido, los huecos dejan al descubierto las palabras o sílabas que componen el verdadero mensaje. Además, la grilla se puede rotar, con lo que podemos alargar el mensaje, utilizando todas las sílabas de la página, que seguirá sin tener sentido para los que no tengan en su poder la tabla creada a propósito para leerlo. Al tratarse de un texto tan largo y complejo, probablemente costaría mucho tiempo crearlo a partir de una rejilla de Cardano, pero es posible que ocurriera. Además, este método fue creado más o menos en la época en la que se escribió el manuscrito Voynich.

Vale, sería un poco más complicada que esta pero, ¿veis el mensaje? (Fuente)

En resumen, las posibilidades son cuatro: puede tratarse de una lengua conocida, pero codificada (poco probable, puesto que nadie ha conseguido descifrarlo), puede ser una lengua artificial, puede ser un texto encriptado con una rejilla de Cardano o algún otro método similar (con símbolos codificados, eso sí, si no conoceríamos al menos las letras) o, simplemente, puede ser un engaño o una broma, eso sí, extraordinariamente elaborada. Juzgad vosotros mismos.

El manuscrito es noticia en los últimos meses porque, por primera vez, va a ser publicado en versión facsímil (es decir, imitando la apariencia del original) para ser distribuido por todo el mundo. Y lo va a hacer una editorial española, especializada en este tipo de publicaciones, la editorial Siloé. A lo mejor así es posible estudiarlo mejor y llegar alguna vez a descifrarlo.

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