Las ciencias tienen grandes
misterios. El universo, en su inmensidad, esconde secretos que quizá nunca
podamos descubrir. La historia también está llena de sucesos misteriosos que
probablemente nunca podamos desvelar. El estudio de las lenguas, aparentemente,
no es tan apasionante, pero de vez en cuando aparece algo tan misterioso, tan
indescifrable, que tiene a lingüistas, historiadores y eruditos de muchos
ámbitos completamente fascinados.
Y es que la palabra clave es esa:
indescifrable. El enigma al que nos enfrentamos es un texto que, hasta el
momento, nadie ha sido capaz de leer. Y mira que ha habido lenguas extrañas a
lo largo de la historia. Pero, por desgracia, no tenemos una piedra Rosetta que
nos ayude en esta ocasión. Hace 500 años que estamos intentando averiguar qué
es lo que pone en ese texto, hasta ahora casi sin resultado. Se trata de uno de
los mayores misterios de la lingüística. ¿Qué dice el manuscrito Voynich?
Qué bonito todo, ¿eh? (Fuente)
Ya está el sabelotodo hablando
como si fuéramos tontos. ¿Qué es el manuscrito Voynich? Se trata de un libro en
pergamino hecho con piel de cordero, escrito usando unos símbolos desconocidos.
Tiene 246 páginas y mide 15 centímetros de ancho por 22 de alto (un gran
misterio en pequeño formato). La mayoría de las páginas contiene ilustraciones
igualmente misteriosas, pintadas a color, que parecen representar plantas,
astros y mujeres desnudas. En total, el texto tiene unas 40 000 palabras.
La prueba del carbono 14 concluyó
que el pergamino fue fabricado entre 1400 y 1450. Sabemos que fue redactado no
mucho después, con pluma de ave, y todo por la misma mano. El texto no tiene
título, ni nada que indique la fecha o el autor. Las páginas tienen numeración,
probablemente añadida posteriormente, en la cual hay vacíos, lo que significa
que faltan algunas partes.
Para tener más de 500 años, se conserva muy bien (Fuente)
Desde su creación (no se sabe
dónde, la teoría más aceptada es que fue en el norte de Italia), el manuscrito
ha pasado por muchas manos. Se conoce que uno de los primeros propietarios fue
el emperador Rodolfo II de Bohemia, nieto de Carlos I de España. A su muerte,
en 1612, pasó a manos de su médico personal, Jacobus Horcicky de Tepenecz,
quien en 1622 se lo habría pasado a Georg Baresch (quien en teoría lo habría
tenido entre 1622 y 1665). Algunas teorías dicen que el pergamino es una falsificación
creada por Baresch para engañar a su siguiente propietario, el sacerdote
Athanasius Kircher, que ya había sufrido estafas de ese tipo.
Todos sus dueños intentaron, sin
éxito, descifrarlo. Kircher murió en 1680 y después, no se sabe exactamente
cuándo ni cómo, el pergamino llegó a la Biblioteca del Collegio Romano (en Roma, claro), donde permaneció más de 200 años.
En 1912 un librero polaco-lituano asentado en Londres lo compró a precio de
ganga. Al parecer, los frailes que administraban la biblioteca necesitaban el
dinero con urgencia. Este librero se llamaba Wilfrid M. Voynich, y solía hacer
este tipo de jugadas (comprar casi regalados libros antiguos a gente que
ignoraba su valor, para después revenderlos por cantidades enormes). De él coge
su nombre el manuscrito. Voynich lo conservó hasta su muerte, tras la cual lo
tuvo su viuda, y después el comerciante de libros Hans Peter Kraus, que en 1969
lo cedió a la Biblioteca Beinecke de Libros Raros, en la Universidad de Yale,
donde aún se conserva.
Voynich leyendo un libro de bolsillo. Aprende más sobre él aquí.
¿Y no sabemos absolutamente nada
de lo que dice? Bueno, podemos deducir algunas cosas. Sabemos que está dividido
en secciones, si hacemos caso a las ilustraciones. Los expertos dicen que son cinco,
a saber:
Herbológica: es la sección más
larga (casi la mitad del manuscrito, unas 130 páginas). Todas las páginas están
ilustradas con una o dos representaciones de plantas. La inmensa mayoría de
ellas son desconocidas o, simplemente, es imposible que hayan podido existir
nunca. Suponemos que el texto junto a cada ilustración es una descripción de la
misma. Pero no todas son desconocidas. Se han identificado algunas. Por ejemplo,
la acedera, planta que se come en ensalada.
Astronómica y cosmológica:
encontramos en ella los símbolos del zodiaco, algunos de ellos en hojas
desplegables (¡qué adelantos!). También hay soles, estrellas y lo que parecen
ser galaxias.
Biológica: Es la parte que tiene
el texto más denso y largo. Está ilustrada por muchas mujeres desnudas, bañándose
en una especia de bañeras que parecen representar los órganos del cuerpo. Algunas
llevan corona (¿son ninfas?).
Farmacéutica: Dibujos con raíces,
hojas, etc., y también con frascos de tipo farmacéutico. Cada ilustración tiene
su párrafo de texto.
Recetario: En esta sección, cada
párrafo viene marcado con un símbolo con forma de estrella. Se ha interpretado
que son indicaciones o pasos para fabricar o cocinar algo.
¡Ay, Matías, qué galimatías! (Fuente)
Los expertos llaman al “lenguaje”
del manuscrito voynichés. Muchos piensan
que no es más que un engaño, argumentando que en todos estos años nunca se ha
podido descifrar, y que no son más que símbolos puestos al azar. Sin embargo,
el texto cumple la Ley de Zipf. ¿Qué leches es esto? Es una ley que nos dice
que, dado un texto cualquiera en una lengua cualquiera, la palabra más repetida
aparecerá el doble de veces que la segunda, el triple de veces que la tercera,
y así sucesivamente. Esta ley se cumple en todas las lenguas naturales, e
incluso en algunas artificiales (como el esperanto, pero no en otras como el
élfico o el klingon). Y también se cumple en el texto Voynich. ¿Pudo el
desconocido autor haber inventado los símbolos para que cumplieran la Ley de
Zipf sin tener sentido? Pues no, porque esta ley no se enunció hasta los años
cuarenta del siglo XX.
Sin embargo, los idiomas
naturales tienen otras características en las que el voynichés no encaja muy bien. Por ejemplo, la longitud de sus
palabras. En cualquier lengua natural, las palabras más abundantes son las que
tiene 6, 7 u 8 caracteres, y la cantidad va descendiendo de forma suave hasta
llegar a números altos de letras. Pero en el voynichés, la gran mayoría de las palabras tienen 5 o 6 letras, y
luego el número desciende de golpe, ya que casi no hay palabras largas. Esto
es extraño.
Aquí se entiende mucho mejor lo que acabo de explicar. (Fuente)
Además, es normal en el manuscrito encontrar palabras repetidas
tres o cuatro veces en la misma línea, algo que no ocurre casi nunca en las
lenguas conocidas. ¿Podría ser, por lo tanto, una sucesión de símbolos sin
sentido?
Existe otra posibilidad. Puede que
el texto en sí no signifique nada, pero que al mismo tiempo los símbolos no estén
ahí al azar. Algunos han especulado con que el mensaje del códice Voynich esté
creado para ser leído con un método de encriptación llamado rejilla de Cardano. Se
trata de una tarjeta o tabla con una serie de huecos. Al colocar la tabla sobre
el texto sin sentido, los huecos dejan al descubierto las palabras o sílabas
que componen el verdadero mensaje. Además, la grilla se puede rotar, con lo que
podemos alargar el mensaje, utilizando todas las sílabas de la página, que
seguirá sin tener sentido para los que no tengan en su poder la tabla creada a
propósito para leerlo. Al tratarse de un texto tan largo y complejo,
probablemente costaría mucho tiempo crearlo a partir de una rejilla de Cardano,
pero es posible que ocurriera. Además, este método fue creado más o menos en la
época en la que se escribió el manuscrito Voynich.
Vale, sería un poco más complicada que esta pero, ¿veis el mensaje? (Fuente)
En resumen, las posibilidades son
cuatro: puede tratarse de una lengua conocida, pero codificada (poco probable,
puesto que nadie ha conseguido descifrarlo), puede ser una lengua artificial,
puede ser un texto encriptado con una rejilla de Cardano o algún otro método
similar (con símbolos codificados, eso sí, si no conoceríamos al menos las
letras) o, simplemente, puede ser un engaño o una broma, eso sí,
extraordinariamente elaborada. Juzgad vosotros mismos.
El manuscrito es noticia en los
últimos meses porque, por primera vez, va a ser publicado en versión facsímil
(es decir, imitando la apariencia del original) para ser distribuido por todo
el mundo. Y lo va a hacer una editorial española, especializada en este tipo de
publicaciones, la editorial Siloé. A lo mejor así es posible estudiarlo mejor y
llegar alguna vez a descifrarlo.
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