Si os preguntaran cuál es el
escritor más traducido del mundo, ¿qué responderíais? A mí me lo preguntaron y
dije que Shakespeare (¿realmente fue un autor?). Parece lógico ¿no? Otros dirán que Cervantes, Dumas, Dickens, o incluso Homero (si es que existió). Pues no es ninguno de esos. Desde los
años 70, la Unesco lleva la cuenta
exacta de cuántas traducciones se hace de cada autor (puedes consultarlo aquí),
y la lista está llena de sorpresas. Shakespeare es el número 3; Dumas, el 13;
Dickens, el 25; y el único autor en castellano de los 50 primeros es García
Márquez, en un espectacular puesto 49. En las primeras posiciones aparece gente
como Danielle Steele o Nora Roberts, autoras de novela rosa, e incluso algún
escritor de cómics como René Goscinny. Pero la primera, la creadora que ha
llegado a más rincones del mundo, es Agatha
Christie.
La reina del suspense, la
emperatriz de las historias detectivescas. Creadora de Hercules Poirot, icono de los investigadores solo superado por
Sherlock Holmes. La gran dama de la vuelta de tuerca, del final inesperado.
Agatha Christie (1890 – 1976) publicó más de 70 novelas, la gran mayoría de
ellas historias de detectives, además de relatos, poemas y obras de teatro. Una
de ellas, La ratonera, batió todos
los récords, al representarse ininterrumpidamente desde 1952. ¡La han hecho más
de 25 000 veces! Para que luego digan que Pretty
Woman la repiten mucho.
Sonríe porque está pensando en asesinatos. (Fuente).
Pero, además de ser una autora de
récord, resulta que su vida también tuvo algunos episodios, digamos,
novelescos. Participó en la Primera Guerra Mundial, se casó dos veces, viajó a
Irak y a Siria… Pero si tenemos que elegir un momento de su vida digno de
novela de misterio, sin duda se trata de su desaparición, que bautizaremos como
el día que a Agatha se le fue la olla.
Corría el año 1926. Nuestra
querida protagonista ya había publicado media docena de libros. El asesinato de Roger Ackroyd, la última
de ellas, había tenido bastante éxito, y Agatha empezaba a ser conocida. Por
aquel entonces estaba casada con su primer marido, el aviador militar Archibald
Christie (del que tomó el apellido, su apellido de soltera era Miller), con el
que llevaba ya 12 años de matrimonio. Sin embargo, aunque de puertas hacia
fuera eran una pareja modelo, la realidad era que llevaban mucho tiempo en
crisis, y las cosas aún tenían que empeorar.
Agatha y Archie. Aún eran buenos tiempos. (Fuente).
Resulta que el bueno de Archie tenía
un muy “estrecha” relación con la secretaria de su superior, llamada Nancy
Neele. Aunque Agatha pensaba que la situación podría resolverse, a principios
de diciembre su marido le pidió el divorcio. Esto, unido a la reciente muerte
de su madre, sumió a la escritora en una profunda depresión. Al menos, eso es
lo que se cree. La tarde del 3 de diciembre, los acontecimientos se precipitaron.
Agatha y Archibald tuvieron una fuerte discusión, tras la cual el piloto salió
de su vivienda para reunirse con su amante en Surrey. Agatha, desesperada y
trastornada, se marchó alrededor de las 21:45. Le dejó una carta a su
secretaria diciéndole que se iba a pasar unos días a Yorkshire, y antes de
marcharse subió a darle un beso a su pequeña hija, Rosalind.
Y desapareció.
¿Dónde estaba Agatha? Lo primero
que apareció fue su coche. Estaba abandonado junto a la carretera. En su
interior encontraron ropa de la escritora y un carnet de conducir caducado a su
nombre. Estaba cerca de un lago, lo que desató muchas especulaciones acerca de
si había muerto ahogada. La prensa enseguida llenó los titulares con su nombre.
Aunque aún no era muy conocida, sí tenía cierto renombre, y lo extraño de su
desaparición provocó una expectación enorme en todo el país.
¡Extra! ¡Extra! ¡La loca de los misterios se ha perdido! (Fuente).
Hemos dicho que se especuló con
que se había ahogado, y también se habló de que se había suicidado, despechada
por la traición de su esposo. Pero la especulación más importante tenía que ver
precisamente con Archibald. No fueron pocas las voces que le acusaron de haber
asesinado a su mujer, quizá porque ésta se negó a darle el divorcio que le
pedía. Él se apresuró a negar cualquier implicación. El misterio continuaba.
El caso causó un impacto
increíble. Todo el mundo en Inglaterra se preguntaba dónde se había metido
Agatha. Grandes figuras públicas se involucraron en la investigación. Sir Arthur
Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, intentó localizarla a su manera:
entregó un guante propiedad de la escritora a una médium (¿es necesario
comentar el resultado?). Incluso el Ministro del Interior británico intervino,
y el periódico Daily Mirror llegó a
ofrecer una recompensa a cualquiera que les diera información.
"¿Juego sucio?" Estos paparazzi siempre especulando. (Fuente).
Así llegamos al 14 de diciembre de
1926. Habían pasado 11 días. El mayordomo del Swan Hydropathic Hotel, en North
Yorkshire, vio las fotos en los periódicos y reconoció a una de las huéspedes
del establecimiento como Agatha Christie. La policía y su marido, Archibald,
acudieron enseguida. Encontraron a Agatha tranquila, leyendo el periódico. No
recordaba nada. Según los trabajadores del hotel, la mujer había llegado allí
al día siguiente de su desaparición. Pero todo era muy extraño.
Se había inscrito en el hotel con
el nombre de Teresa Neele (sí, el apellido de la amante de su marido). Había llegado
bien vestida, tranquila, y con 300 libras en la cartera. Decía venir de
Sudáfrica. Se había pasado los días leyendo, jugando al billar, bailando,
conversando con el resto de huéspedes… Aparentemente, ajena al escándalo de su
desaparición. Los médicos que la examinaron determinaron que tenía un extraño
tipo de amnesia llamada fuga disociativa. Para que nos entendamos: básicamente
significa que, debido al estrés y a la depresión, la mente de Agatha salió de
su personalidad, y creó una nueva para sustituirla. De ahí que ella no se
enterara de nada, incluso aunque viera su foto en el periódico. Para su mente,
ella ya no era Agatha Christie, era Teresa Neele.
Aquí estaba Agatha. Bueno, igual pero en blanco y negro. (Fuente).
Sí, ya lo sé. Suena todo muy
raro. ¿Se entera de que su marido le pone los cuernos, y se larga? ¿Abandona el
coche en medio del campo, y aparece con ropa nueva y dinero fresco? ¿Y no se acuerda de nada? ¡Qué
casualidad! Pues eso mismo pensaron muchas otras personas. Entre ellos Jared
Cage, un escritor que investigó sobre el caso y entrevistó a decenas de
testigos. La mayoría de ellos opinaban que Agatha lo había preparado todo para
avergonzar a su marido, para que sufriera.
Nunca sabremos qué pasó realmente.
Agatha Christie se divorció de Archibald en 1928, y se volvió a casar en 1930. A
lo largo de su vida, nunca quiso hablar de su desaparición. O no se acordaba de
nada, o no quería volver a sacar el tema. La realidad es que la novela que
publicó después de este extraño episodio vendió más de 9000 copias, el doble
que la anterior. A partir de ahí, su carrera despegó hasta convertirse en una
leyenda. ¿Vosotros qué opináis?
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