Sin duda, era el momento y el
lugar. Aquella noche, en algún momento entre el 15 y el 20 de julio de 1816,
los astros estaban alineados para que la literatura de terror sufriera una
sacudida histórica. El contexto histórico, el lugar y los protagonistas eran
los adecuados. Y la influencia que tuvo en la literatura y en la cultura
popular posterior es, simplemente, gigantesca. Y es que, ¿quién no conoce al
monstruo creado con trozos de cadáveres? ¿Al doctor gritando: ¡Está vivo!, ¡está vivo!? Todo el mundo
conoce la historia, ha visto películas, incluso parodias. Cientos de obras
modernas se inspiran en Frankenstein.
Vamos por partes. ¿Cuál era el
contexto histórico? Estamos en 1816. Las guerras napoleónicas han dejado Europa
devastada. Pero si por algo se recuerda este año es por ser el Año Sin Verano.
Al parecer, la descomunal erupción del volcán Tambora, en Indonesia, sumada a
un descenso de la actividad solar, provocaron que el verano en el hemisferio
norte fuera frío, lluvioso y desapacible. Y si a eso le sumamos que la historia
sucede en Suiza, hay que añadir nevadas y ventiscas.